domingo, 12 de junio de 2011

La Generación del 56

El próximo jueves, 12 de agosto a las 20:00 h. en la Casa de la Cultura "Villa Mercedes" de Unquera, tendrá lugar la presentación del libro "La generación del 56" a la cual estamos todos invitados, organizado por el Ayuntamiento de Val de San Vicente. El acto será presentado por D. Joaquín Estefanía y cuenta con la presencia del autor del libro D. Antonio López Pina, y con D. Elías Díaz y D. Antonio García-Santesmases.


Antonio López Pina

Sr. Alcalde y querido Miguel;
vecinos de Portillo, Serdio, Unquera, Abanillas y de todo Val de San Vicente;
señoras y caballeros, queridos amigos:


Es una alegría teneros con nosotros para celebrar un libro que, hace un año, apenas si era más que una vaga idea: a saber, la de que, en la historia de la Inteligencia española posterior a la guerra civil la generación del 56 – los nacidos entre 1928 y 1939 -- desencadena y protagoniza procesos significativos. Trataré de iniciarles al respecto con unas palabras sobre 1. los orígenes; 2. la trayectoria de nuestros personajes; 3. el contenido del libro y 4. un aviso para navegantes, pensado para los mandatarios públicos, los profesionales en activo y las jóvenes generaciones.
1. Los orígenes. Había emborronado bastantes páginas describiendo conflictos, protagonismos y resultados de mi generación. Hasta que después de no poco cavilar, concluí que el cuadro ganaría en densidad, en viveza y en matices si diera la palabra a sus protagonistas, para que relataran sus vivencias y su interpretación de los procesos en los que participaron.
¿Por dónde empezar un proyecto así? La respuesta a una llamada a París de Jorge Semprún, de que a él le merecía la pena el empeño, me animó. Para sorpresa mía, personalidades públicas tan por demás solicitadas y en apuros de tiempo, debido a sus múltiples obligaciones, se le fueron sumando.
El desarrollo del proyecto en forma de sucesivas conferencias fue generando toda una serie de valores añadidos que yo estaba lejos de haber imaginado: desde luego, unas trayectorias me eran más familiares que otras; pero,
- por ejemplo, hemos visto iluminadas las transiciones entre capítulos de la existencia de Miguel Boyer, ministro de Economía y Hacienda en el primer Gobierno de Felipe González, hasta el momento un enigma para mí.
- alguno de los miembros de la generación, Javier Pradera, mentor intelectual del diario El País, residente en Gandarilla, ha reflexionado, por primera vez que a mí me conste, sobre sí mismo en voz alta. Tampoco era previsible que, justo, Pradera fuera a poner en candelero la interpretación positiva de las acciones de la cohorte a la historia de España de la mayoría de nosotros: a su juicio, autocomplaciente y desproporcionada. El cuestionamiento de Pradera de las posiciones del grupo mayoritario se ha visto – en las páginas sobre la crisis del 56 – reforzado por Alfonso Ortí y Ángel de Lucas, portavoces de la Sociología crítica española.
- En algún caso, he podido en el encuentro cercano confirmar, el alto aprecio que desde la distancia mantenía por Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior en el Gobierno de Adolfo Suárez, artífice con éste y Landelino Lavilla de la transición.

- He tenido una ocasión singular de ofrecer mi propia semblanza de Elías Díaz, paradigma de la Inteligencia universitaria: a la par que combatiente ideológico del franquismo, no sólo nos ha transmitido el más noble legado del pensamiento español contemporáneo sino que ha sometido a revisión crítica la Filosofía tradicional del Derecho.
- Al final, ha sido posible, gracias al fiel testimonio de sus amigos más estrechos, revivir también la memoria de algunos personajes fallecidos: Jesús Ibáñez, tal como él se veía a sí mismo, ‘el primer sociólogo del Valle del Pas’, por Ángel de Lucas y Alfonso Ortí; Francisco Tomás y Valiente, el Presidente del Tribunal Constitucional asesinado por ETA, por Bartolomé Clavero; Manuel Vázquez Montalbán, el publicista todo - terreno de la revista TRIUNFO y de El País, por Juan Cruz.
Sin importar que la trayectoria ideológica y biográfica hubiera sido dispar, me fue grato descubrir que a la mayoría le pareció atractivo volver a encontrarse en plural armonía como hace medio siglo.
Hasta aquí el pormenor de los orígenes.

2. ¿Cómo describir la trayectoria de nuestros personajes? Se trata de una generación que, si de un lado, corta súbita y bruscamente la adhesión al franquismo de las generaciones “de la guerra civil” (Carrero Blanco, Camilo Alonso Vega, Raimundo Fernández Cuesta, …) y la autodenominada “westfaliana”, de 1948 (la integrada por los pensadores del Opus Dei, Rafael Calvo Serer, Florentino Pérez Embid, Antonio Fontán, … ). De otro lado, enlaza con las cohortes precedentes “de la guerra civil” (la de Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo, Joaquín Ruiz Giménez, Enrique Tierno Galván, …) y con las subsiguientes de “1968” (la de Joaquín Estefanía, Antonio Santesmases, Felipe González, Joaquín Almunia, José Borrell, …) y de “1989” (la de nuestro Alcalde Miguel, de José Luis Rodríguez Zapatero, … ).
En febrero de 1956, el régimen se encontró súbitamente enfrente una generación joven que quería construir España a su medida. Más aún, el parámetro normativo de esa cohorte para configurar España era la negación de lo establecido y, por ende, del régimen. Los enfrentamientos tuvieron como consecuencia, que los proyectos personales de un puñado de jóvenes se estrellaran contra unas estructuras, que, a su pesar, iban todavía a perdurar por un par de décadas. La categoría histórico – cultural generación del 56 se construye, por sus miembros a su entrada en la arena política y su enfrentamiento al régimen que les llevará, cuando no a la cárcel de Carabanchel y a la discriminación social y profesional, en algún que otro caso, a la automarginación, a partir de sus vivencias.
No obstante la frustración inicial, la generación del 56 se ha distinguido en la historia contemporánea de la Inteligencia por su proyecto de una cultura, un Estado y un Derecho seculares, al servicio de la regeneración de España. Como tal, concurre a dar relieve y a vertebrar el medio siglo que va del 56 hasta hoy.

A partir del fracaso de la Huelga Nacional Pacífica, de 1959, descrito por Jorge Semprún en su Autobiografía de Federico Sánchez, la mayoría de la vanguardia redujo sus aspiraciones a que nuestro país se homologara políticamente a las democracias vecinas y se integrara en la Comunidad. Su objetivo de alineamiento con Europa occidental marcará el rumbo histórico y acabará siendo el borrador para España que, con todas sus ambigüedades, cristaliza en los años 1977 a 1989. El germen, tanto de la transición como de la integración de España en el capitalismo occidental, tanto de la razón como de su extravío, consta ya en esta imaginativa y prometeica generación del 56.



3. El contenido. ¿Qué espera al lector al abrir el libro? Pues no más pero tampoco menos que un mosaico de posiciones plurales respecto tanto de la propia incidencia como del papel de las sucesivas cohortes comprometidas en la regeneración de España.
El lector que se interese por el análisis de conflictos sociales y políticos o busque confirmar sus impresiones o experiencias en las biografías que le ofrece un libro de esta índole, no quedará defraudado: lo que desde luego garantizo es que, entre memorias personales y pronunciamientos críticos, va a registrar en nuestras páginas imágenes no - convencionales de los acontecimientos y procesos de la época. Si consideramos que no hay día en que no nos veamos forzados a constatar que España es, que los españoles somos una nación dividida, los lectores van a apreciar la medida en que los autores ponen negro sobre blanco las preguntas que diariamente nos hacemos, sea, respecto de nuestro actual y polémico procesamiento de la Historia / memoria histórica, sea, concerniente a nuestra identidad nacional – el caso del Juez Garzón, la Sentencia sobre el Estatuto de Cataluña o las dispares reacciones según regiones al triunfo de la Selección española en Sudáfrica, sin ir más lejos. Pero justo cuando más nos desasosiegan tales controversias, los lectores van, en los personajes del 56, a encontrar una invitación a concertar nuestros respectivos diversos y hasta antagónicos proyectos individuales en uno público de vida en común.
Debo confesarles que nuestros autores -- ‘inconformistas y libertarios’, como les califica Semprún --, transidos en determinadas fases de su vida por un empeño de servicio a los intereses generales, han sido mis referencias de discurso intelectual e ideológico, modelos de conducta pública e inalcanzables maestros de excelente prosa. En el tiempo en el que aprendemos a poner nombres a las cosas y tomamos posición ante conflictos, si
Elías Díaz, me ha transmitido el legado de la Institución Libre de Enseñanza y de la generación de 1914,
Alfonso Ortí, me ha enseñado a no vacilar ideológicamente,
Raúl Morodo, me ha mostrado el pragmatismo ilustrado con el progreso como fín, como pauta de conducta,
y Landelino Lavilla, Gregorio Peces – Barba y Francisco Tomás y Valiente, han desplegado ante nosotros como ideal el Derecho como religión civil,
a Jorge Semprún y a Luis Gómez Llorente he de agradecer, en fin, que nos hayan llevado a vivir la política como lucha por la igual y libre emancipación de todos, trascendiendo el individualismo posesivo y la ferocidad de la competencia en los que el último cuarto de siglo se nos ha tenido encerrados, y animándonos a pronunciar un nosotros solidario y esperanzador.

4. Para los profesionales en activo y la juventud española actual, como aviso para navegantes
Uno de los logros que como editor del libro La generación del 56 reivindico es, haber dado cabida en sus páginas al pluralismo de posiciones entre nosotros mismos. Escriben así Alfonso Ortí y Ángel de Lucas en su contribución:
… bien poco o nada significa hoy la anecdótica y regresiva representación generacional de ‘los del 56’. Pues nuestros relatos generacionales sobre las motivaciones y peripecias personales de la ‘generación del 56’ carecen probablemente de mayor interés y proyección para las jóvenes generaciones, formadas en la actual ‘democracia de consumo’…. Mayor sentido … tendría la reflexión histórica en profundidad sobre la crisis del 56: … pues la comprensión y el análisis sociohistórico de aquella situación, representa – desde la perspectiva actual – mucho más que la evocación de una experiencia o semblanza generacional. Para muchos de los que vivimos activamente los acontecimientos políticos culminantes en la crisis de febrero su represiva resolución gubernamental constituyó un principio y una reacción crítica básica de nuestra conciencia cívica, nuestro discurso ideológico y nuestros planteamientos teórico – metodológicos.


Pradera, por su parte, ironiza que ninguno de nosotros hubiera sido capaz de visionar los resultados ¡a día del año 2009!: “resulta casi irresistible que los corchos flotando a merced de las olas, tanto en pleamar como en bajamar, lleguen a creerse que predijeron o incluso fabricaron el ritmo de las mareas”. Ello es obvio y está fuera de toda duda. Sin embargo, yo no estoy seguro de que Jorge Semprún, sin ir más lejos, vaya a estar de acuerdo con las palabras de Ortí, de Lucas o con la posición de Pradera. A la postre, un análisis marxiano desde la perspectiva de la lucha de clases en modo alguno anula la validez de una aproximación a la historia reciente de España a partir de la ,generación : en la medida en que, por una parte, la sincronía y las afinidades generacionales desvelan aspectos significativos de la realidad que el parámetro de la clase social habría dejado en la oscuridad, y que, por otra, nuestra generación ha estado bien representada en el cuestionamiento de los poderes establecidos, nuestra aproximación ha probado más bien ser complementaria de la perspectiva de las clases sociales. Y desde luego, si los demás autores hemos escrito las páginas que siguen, es porque no compartimos la posición de Ortí y de Lucas ni la modestia de Pradera: por subordinada a la lucha de clases en importancia que haya podido ser la contribución de nuestra generación, está documentado que ha co - escrito con rasgos indelebles la reciente historia de España. Y, además, sin que el ejercicio de la autonomía de espíritu deba necesariamente ser interpretado como sucedáneo del comprometido combate contra las relaciones establecidas de poder.
Pero a lo que iba. En la reconstrucción de una cadena de causalidad, nunca debe infravalorarse la autonomía de la voluntad – como casos recientes, recuerden, por ejemplo, el papel representado en la quiebra de los regímenes totalitarios de Europa Oriental por las asociaciones obreras clandestinas y los movimientos de derechos humanos, y en concreto de la Solidarnosc polaca y de los resistentes de Leipzig o Praga, o las movilizaciones obreras españolas de los años sesenta y setenta como parteras de la transición. Desde luego, el postulado del Estado social de Derecho (art.1.1 CE), la tabla de derechos (arts. 14 a 29 CE), el principio de justicia fiscal (art. 31 CE) y los mandatos constitucionales de la subordinación de la riqueza y la economía a los intereses generales (art. 128 CE) y de procura de la igualdad social (art. 9.2 CE), de la Constitución Española, no se explican sin una alta dosis de voluntarismo de los constituyentes.

En tal sentido, más allá de las diferencias, como denominador común de la mayoría de los autores, creo poder identificar la creencia, comprometida a un alto precio con la propia ejecutoria, en que no empece cuan desiguales, opresoras y dramáticas puedan ser las condiciones de existencia, siempre queda, en la Historia, abierto un cierto margen a la autonomía de la voluntad – lo que, en el actual panorama español, europeo y mundial de la crisis, a lo mejor tiene sentido como mensaje para los actores públicos y los profesionales en activo y, decididamente, para las jóvenes generaciones que son nuestra esperanza y el futuro.

Muchas gracias al Ayuntamiento de Val de San Vicente, en la persona de su Alcalde, a la editorial Marcial Pons Historia, a Antonio Santesmases que ha peregrinado desde la lejana Gijón y a ustedes por su interés.
Permítanme cerrar ahora subrayándoles dos valores adicionales del libro: buena parte de sus páginas han sido escritas en Gandarilla y en Serdio, emulando a lo que autores tan acreditados como Ana Cañil y Joaquín Estefanía vienen desde años haciendo en su residencia de Portillo. Van así a entender que algunos adictos a la reflexión y a la prosa como las personalidades de esta Mesa y yo mismo celebremos con ustedes que, en estos entrañables y bonitos caseríos de Val de San Vicente, su Alcalde, además de haberles traído al siglo XXI desde el atraso y la depresión caciquiles de tiempos pasados, esté auspiciando el nacimiento de una república de las letras.



Te invitamos a escuchar la entrevista realizada a D.Antonio López Pina en UNED Radio.

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