sábado, 30 de octubre de 2010

Si la abeja desapareciera del planeta.

Segunda parte


Desde los años 80 los campos en el hemisferio Norte verdean cada vez más temprano en primavera. Y aunque se desconocen exactamente todas las interacciones entre el tiempo, el clima, las plantas y sus polinizadores, hay buenas razones para pensar que el cambio climático no los afecta a todos por igual, con lo cual surgirán anacronismos.

Se supone que el momento de la floración y la salida de hojas está relacionado con el número de días que la temperatura se sitúa por encima de un cierto umbral de temperatura mínimo necesario para que la planta inicie su crecimiento. Es decir, unos pocos días buenos en Enero no bastan para que los árboles florezcan, las flores esperan a que haya un cierto numero de días a una temperatura adecuada antes de decidirse a salir, de lo contrario podrían perecer en una helada tardía.

La NASA produce mapas de vegetación verde (que indican cuando verdean los campos) los cuales están relacionados con la temperatura global y constituyen un excelente indicador de cambios estacionales de vegetación, a pesar de que no revelen el momento en que las flores florecen. A menos que, según Wayne, los comparemos con los cambios cíclicos en las colmenas de abejas de un área particular que evidencian el momento de floración. Una vez establecida esta relación podemos crear mapas de floración en ecosistemas parecidos en otros lugares donde no llegan las abejas, y junto con proyecciones climáticas de la misma resolución que estos mapas, realizar predicciones de cómo estos ecosistemas evolucionará en un futuro.

Si bien desconozco los datos que llevaron a Einstein a afirmar que si las abejas desaparecieran los humanos lo tenían difícil, si que es sabida su extremaba importancia para el balance de la producción mundial de alimentos. ¡¡La fertilidad de la mayor parte de plantas, árboles frutales y hortalizas depende de la fertilización animal. Las abejas son vitales para la polinización de cultivos, y esenciales para mantener la producción del 40% de las frutas y hortalizas a nivel mundial!!. El 35% de los cultivos depende directamente de polinizadores y, concretamente, el 84% de las especies cultivadas están de alguna manera relacionados con ellos.

La realidad es que las abeja de miel occidental, Apis mellifera, y otros polinizadores, están desapareciendo, poniendo con ello en peligro nuestro abastecimiento de alimentos. Las causas, según algunos científicos, apuntan a un anacronismo entre los y ciclos de hibernación de la abeja y los de floración, ya que el declive se ha observado en lugares en los que no se emplean pesticidas ni existe intervención alguna del hombre. El cambio climático exacerba un anacronismo en el balance entre la abeja de la miel, el ambiente en que se mueve y nuevas enfermedades que acechan. A pesar de que la abeja ha demostrado una gran destreza para adaptarse a diversos ambientes, se teme que nuevos cambios climáticos acentúen la presión de los factores que ciertamente ya están actuando.

Las abejas de la miel no son las únicas afectadas por el cambio climático, el colibrí y algunos polinizadores migratorios podrían resultar ser incluso más susceptibles si sus migraciones estacionales no están sincronizadas con el ciclo de florecimiento y el néctar disponible de su lugar de destino.

El hombre esta ejerciendo una desmesurada presión en la biodiversidad. La actual extinción se ha acelerado de tal manera que, como el Nuevo Servicio de Medioambiente alertó ya en 1999, a finales de este siglo se podrían alcanzar cotas de extinción semejantes a extinciones pasadas (léase artículos sobre extinciones en nuestra sección de cambio climático).

La unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (IUCN) reveló en 2008 que el 75% de la diversidad genética de los cultivos agrícolas se ha perdido; el 75% de las especies de pescado están agotadas o sobreexplotadas; el 70% de las especies mundiales conocidas están en riesgo de extinción si la temperatura global asciende más de 3.5 C; cada segundo un trozo de bosque tropical del tamaño de un campo de fútbol desaparece; más de 350 millones de personas sufren escasez de agua. Un panorama ciertamente desolador.

La próxima primavera, cuando nos pasen zumbando esas pequeñas criaturas enfundadísimas en su abrigo a rayas amarillo y negro, nos alegrará saber que aún están por aquí. Cuidemos de ellas para que ellas puedan cuidar de nosotros.

Silvia Caloca

Bibliografía
Klein A.M., Vaissiere B.E., Cane J.H., Steffan-Dewenter I.,Cunningham S.A., Kremen C. & Tscharntke T. (2007). –Importance of pollinators in changing landscapes for worldcrops. Proc. roy. Soc. Lond., B, biol. Sci., 274 (1608), 303-313.

Secretariat of the Convention on Biological Diversity (2010), Global Biodiversity Outlook 3, May, 2010, p.56.

Y. Le Conte (1) & M. Navajas (2). Climate change: impact on honey bee populations and diseases. Rev.sci. tech. Off. int. Epiz., 2008, 27 (2), 499-510.

Williams I.H. (1996). – Aspects of bee diversity and crop pollination in the European Union. In The conservation of bees. Linnean Society Symposium Series No. 18 (A. Matheson, S.L. Buchmann, C. O’Toole, P. Westrich & I.H. Williams, eds). Academic Press, London, 63-80.

http://earthobservatory.nasa.gov/Features/Bees/bees.php

http://www.globalissues.org/article/171/loss-of-biodiversity-and-extinctions#MassiveExtinctionsFromHumanActivity

http://www.globalissues.org/article/172/climate-change-affects-biodiversity

http://honeybeenet.gsfc.nasa.gov/

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